La impostergable Inclusión educativa
Por Marcelo Albornoz
Sería utópico discutir sobre la obligatoriedad y la calidad de la enseñadaza si no priorizamos la inclusión educativa.
Algunos conservan la visión originaria con que fue concebida la escuela, en donde la función social homogeinizadora fue central por el proceso inmigratorio que protagonizó nuestro país. En ese contexto , la formación en valores sociales e instrucción académica era unívoca e indiscutible, la escuela de esa forma se presentaba como un factor cohesionador cuyo mandato socioeducativo era uniforme .
Actualmente se han caído todos los modelos de escuelas siendo la misma atravesada por la irrupción de escenas que plantean nuevos dramas y requieren de tratamientos especiales, por lo tanto , demandarán desafíos de abordaje legales , profesionales y humanos, en donde sin duda se deberá contemplar a la apropiación de la cultura como un aspecto central e insoslayable del proceso educativo.
Siguiendo con el devenir histórico, debemos tener en cuenta que nuestros alumnos, ya no responden a los cánones modernos, sino que son fruto de un proceso social que en nuestro país se remiten a por lo menos, los últimos treinta años, acontecimientos que el lic. Daniel Filmus los puntualizó a través de tres hechos considerados los principales causantes del "fin del optimismo educativo", ellos son: el cada vez mayor impacto de las teorías
reproductivistas sobre la educación; la debacle del Estado Benefactor y por último el desfasaje existente entre lo que la escuela ofrece y lo que demanda la sociedad.
Este dilema, el de contemplar o no el contexto social de los jóvenes en el proceso de enseñanza y aprendizaje, surge en cada reunión institucional, en donde nos enfrentamos y muchas veces de manera estéril, entre los que planteamos un tratamiento especial, ameritado por las particularidades del problema y aquellos que se mantienen intransigentes a todo contemplación de lo social en la elaboración de estrategias pedagógicas.
Por ello ¿Sería osado pensar que las situaciones problemáticas de "nuestros" alumnos son síntomas manifiestos del malestar social?, cuando decimos malestar social nos referimos concretamente a la estructura social y su correspondiente " arbitrio cultural".
Estructura sociocultural, en donde nuestros hijos y alumnos se encuentran con un panorama desolador, con horizontes difusos, con padres desbordados, nerviosos, angustiados y desocupados o sobre empleados. Estos chicos encuentran muy pocos espacios de contención y atención, refugiándose casi exclusivamente entre sus pares adolescentes. Por ello creemos que la escuela no debe prescindir de su importante función socializadora y evitar dejar así a la deriva a nuestros niños y jóvenes.
Ante lo prescripto, seria pertinente considerar aunque sea a modo de hipótesis que por la vorágine cultural y social, será cada vez más dificultoso contar con el pleno apoyo, respaldo y acompañamiento familiar.
De acuerdo a ello, ¿La escuela podrá prescindir de sus funciones socializadoras? ; ¿Se puede educar, formar e instruir sin socializar? .Ante este escenario, el sistema educativo y la institución escolar que por lo menos no se plantee dudas organizacionales y procure "reinventarse" para volver a ser un interlocutor válido tanto para la sociedad como para nuestros alumnos, por lo menos, creemos que adopta una actitud disciplinadora y reproductivista y esto pasa, porque muchos de nosotros no estamos percibiendo que la diversidad cultural y la desigualdad social ya forman parte de nuestro escenario y que lo "excepcional" de otrora cada vez es más cotidiano .
Por ello, debemos superar los planteos y debates filosóficos respecto de: "formadora vs. Contenedora", y no porque no lo amerite, sino porque mientras nos descalificamos retóricamente a través de ricas y sustanciosas disquisiciones, la realidad nos pasa por encima. Debemos avanzar hacia una síntesis que contenga las dos posturas, respetando la tradición originaria de lo educativo como una aproximación a lo científico cultural, pero también incluyendo a lo ético moral y sin desconocer los condicionantes sociales como una variable principal del proceso educativo. Creemos que de esta forma contribuimos a promover la formación no solo de mentes brillantes sino y por sobre todas las cosas de ciudadanos cívicamente comprometidos, culturalmente tolerantes y socialmente solidarios.