Proyectos Educativos en pugna

En este artículo del tipo ensayistico , se analizan y confrontan dos modelos educativos que signaron la politica del sector .
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Proyectos educativos en pugna

Por Natalia Medina (*)

A lo largo de la historia de nuestro país, hemos asistido a grandes cambios en las estructuras sociopolíticas y económicas de poder, los cuales han tenido un correlato similar en el plano educativo.

Si tomamos como referencia dos de los proyectos de nación que marcaron la historia de la Argentina, podemos identificar profundas y variadas perspectivas en lo concerniente al modelo de país y los objetivos ideosincráticos que los mismos forjaron.

Con ello, referimos por un lado los ideales de la Generación del 80, fuertemente impregnados de un objetivo “europeizante” de nación y un aborrecimiento casi extremo a todo aquello vinculado con lo autóctono o criollo. Por otro lado, se presenta en una concepción opuesta, el movimiento peronista, definido por sus propios miembros como “nacional, popular, humanista y cristiano”. A partir de la enunciación de estos atributos, que forman parte del lema que rigió en gran parte de la presidencia de Juan Domingo Perón, resulta constatable un ideario político y social en amplitud divergente del sostenido por los hombres del 80.

Este breve esbozo con las características básicas que consolidaron ambos modelos de país permiten conjeturar que la coyuntura social, política y económica de un estado admite siempre un correlato concomitante con su trama educativa. Por lo tanto, la historia de un país requiere de la puesta en acción de un proyecto concreto que sustente sus ideales, y logre así perpetuarlos a futuro.

La hipótesis que se desprende entonces de este breve ensayo consiste en analizar y vincular dos proyectos de país, cuyos objetivos fundacionales establecen un punto en común: el deseo del crecimiento nacional. Sin embargo, las discrepancias entre ambos modelos se suscitan al evaluar las políticas empleadas para alcanzar dicho auge.

En esta estrecha vinculación que asume el proyecto de nación y el sistema educativo, diversas aristas pueden tomarse en cuenta para analizar los ejes sobre los que se asienta cada modelo, dado que “el proyecto de país orienta, determina y suministra los contenidos que ha de transmitir el sistema educativo”. (Cirigliano Gustavo, 2004, p.31).

Tal como fue expuesto en el texto introductorio, la correspondencia entre el itinerario sociopolítico de un estado y la propuesta educativa impartida forjan una relación cuasi directa que determina la dirección del crecimiento de una nación.

Los modelos que este trabajo toma como referencia, se asientan en dos polos netamente contrapuestos que consolidaron sus bases políticas tomando perspectivas de acción radicalmente diferentes.

Los hombres del 80, arraigados a su profundo deseo de elevar al país impregnando a la sociedad argentina con las costumbres y refinamientos de los europeos, concibieron que el crecimiento de un pueblo no podía existir desvinculado de los buenos hábitos y la civilización, por aquel entonces simbolizada en las culturas francesa e inglesa. Tanto es así, que la impronta cultural era detentada ya desde las clases dirigentes, representadas por la oligarquía terrateniente, quienes “poseyeron buena formación intelectual y participaron de las inquietudes filosóficas y estéticas de la época”. (Romero José Luis, 1997, p.15-16).

Por supuesto, el extremo ideal de culturación que trazó el proyecto de nación de la Generación del 80 revistió un trasfondo más amplio, en donde se avizoraron pretensiones económicas expansivas que buscaron la integración de la Argentina al mercado europeo, sustentadas en el promisorio “modelo agroexportador”.

Ahora bien, por más que todo crecimiento nacional esconda inexorablemente una impronta económica, es evidente que al hablar de personajes como Sarmiento, Etcheverría y Alberdi, se antepone en primera instancia un objetivo cultural que deriva en una relación de inclusión-exclusión, colmada de ambigüedades propiciadas desde la concepción “elitista” que enmarca sus idearios educativos. La figura de Domingo Faustino Sarmiento representaba el exponente máximo de esta dicotomía entre lo “marginal” y lo “civilizado”:

     “Lo criollo era lo primitivo, lo elemental, y a poco, comenzó a ser lo pintoresco para estos hombres que empezaron a tratar de hacer de las ciudades activos centros de europeización del país. Y careciendo de toda estimación por las formas criollas de vida, se propusieron suprimirlas y sustituirlas por las que, a sus ojos, representaban la civilización”. (Romero José Luis, 1997, p.20).

En las antípodas de este “proyecto civilizador” que detentó la Generación del 80, se inscribe otro modelo de gobierno que logró perpetuarse con gran impacto en la historia argentina durante el siglo XX. Hablamos en este caso del proyecto político del Peronismo.

En este punto del escrito surgen los primeros interrogantes en torno a las formas de crecimiento nacional suscriptas desde los dos modelos: ¿por qué deben considerarse proyectos antagónicos? ¿Qué condiciones suponen objetivos educativos contrapuestos?

Quizás, no se encuentre una respuesta única a estas inquietudes, pero sí es posible aventurar algunas hipótesis que marcarían tales divergencias.

En primer lugar, conviene destacar que el Peronismo se autodefine como un “movimiento nacional, popular, humanista y cristiano”, lo cual infiere una perspectiva de progreso homogéneo fomentado desde el seno de la sociedad, y no en cambio desde sectores exclusivos o de élite, que admiten una política externa basada en la asimilación de las costumbres extranjeras.

En segundo lugar, al hablar de la educación peronista resulta necesario mencionar una de sus mayores ponencias en el campo: la creación de escuelas técnicas, en donde el objetivo educativo se concentra en la formación de trabajadores que luego se constituirán en los portavoces del crecimiento industrial del país.

De acuerdo a las características

esbozadas, la enseñanza es entendida entonces desde el peronismo como un patrimonio igual para todos, sin distinción de estamentos sociales y en concomitancia con un proyecto de país que apela al crecimiento desde el esfuerzo nacional, sin injerencias externas en lo que a políticas económicas se refiere.

“Se trataba de vitalizar la escuela, dándole activa participación en la vida social cuyo factor más eficiente era el trabajo”. (Puiggrós Adriana, 1995, p.236).

Una primera aproximación al tema que compete el presente ensayo, permite inferir dos perfiles ideosincráticos que asumen connotaciones sustancialmente diferenciadas. Con ello aludimos al carácter cultural que comporta el proyecto de la Generación del 80, a través de su premisa rectora de “civilizar al país”; y la perspectiva económica que reporta el proyecto peronista, con su eje focalizado en la educación con proyección al campo laboral en el que se insertan los educandos, y el consecuente desarrollo nacional en manos de la industrialización

A partir del desarrollo de las distintas variables que conforman el presente relato, se ha podido establecer un paralelismo entre los distintos aspectos que sientan las bases de un “proyecto de país”.

Desde el plano político, columna vertebral de todo el dispositivo sociocultural y económico de una nación, hasta la plasmación del sistema educativo, se establecen los ligamentos necesarios para determinar los objetivos que estructuran la conducción de un estado.

Si se focaliza el análisis en el aspecto educativo exclusivamente, podrá inferirse un concepto de importancia radical que traza los lineamientos centrales de las políticas educativas propiciadas desde la Generación del 80 y el Peronismo, ambos modelos con una fuerte preocupación por el crecimiento nacional, pero a través de métodos particularmente antagónicos. Con ello se alude a una distinción tajante entre el capital económico y el capital cultural.

“Los objetos culturales admiten dos tipos de apropiación: una, material, que supone capital económico y otra, simbólica, que supone capital cultural”. (Tedesco Juan Carlos, 1991, p.24).

Dada esta categorización que distingue dos planos distintos del concepto de “capital”, es posible aventurar una somera aproximación hacia los ideales intrínsecos de las intenciones político-educativas que configuraron los dos períodos de la historia argentina. Ambos, con una distancia temporal de casi un siglo, promueven esquemas de progreso que apelan directamente a la expansión e integración mundial del país. Pero…¿el crecimiento nacional es genuino y transparente en términos de elitismo y exclusión social? Quizás, este interrogante replantee el imaginario político y las aspiraciones “transnacionales” de aquellos hombres del 80 que apostaron al extremo de un capital cultural, ampliamente desvinculado de la realidad de la gran masa criolla de la Argentina.

Dos políticas de desarrollo nacional, y un trasfondo que anheló un crecimiento con líneas de bifurcación que tergiversaron la concepción de “progreso”, al menos en un sentido de igualdad.

 

BIBLIOGRAFÍA DE CONSULTA

  • Cirigliano Gustavo: Proyecto de Nación y educación. Corregidor. Buenos Aires, 2004.

  • Romero José Luis: Las ideas en la Argentina del siglo XX. Biblioteca actual. Buenos Aires, 1997.

  • Puiggrós Adriana: Historia de la educación argentina VI: discursos pedagógicos e imaginario social en el peronismo (1945-1955). Galerna. Buenos Aires, 1995.

  • Tedesco Juan Carlos: Conceptos de sociología de la educación. CEAL. Buenos Aires, 1991.

(*) periodista : natmedina.08@gmail.com

Ensayo cuatrimestral correspondiente a la asignatura Política Educativa .ISCOSAL

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