A 60 años de la Declarac DDHH

A 60 años de la declaracion de los DDHH una mirada profundamente humana.
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Por  Pascual Chávez Villanueva (s.d.b.)

Rector Mayor

 

SISTEMA PREVENTIVO Y DERECHOS HUMANOS

“No es difícil ver en la teoría del proyecto educativo y en la praxis

Pedagógica la efectiva promoción de los derechos que son

proclamados por las declaraciones internacionales: el derecho a la

Vida; el derecho a la educación y a la instrucción; el derecho al

Descanso, a la distracción y al juego; el derecho al trabajo.”1

El Cardenal Ersilio Tonini repetía a los jóvenes reunidos para la “Confrontación

2001,” “Antes somos hombres y después ciudadanos.” La vida nos hermana,

nos hace semejantes y debe poder ser vivida con la misma dignidad en todo

rincón de la tierra. El derecho a una “vida digna para todos” debe ser la idea fuerza

que lleva a esmerarse en la educación de las nuevas generaciones.

La defensa de la vida es el eje que rige los actuales recorridos y las diversas

búsquedas intercomunicantes en las varias situaciones sociales, políticas y

culturales. La lucha por la defensa de la vida debe ser un puente que junta los

reducidos límites de supervivencia de las grandes masas empobrecidas con los

amplios horizontes de vida más humana y de mejor calidad de que gozan unos

pocos.

Estos ideales no pueden no hallarse presentes en los compromisos

educativos, para no olvidarnos que somos hombres y que la especie humana

debe ser la primera en ser protegida.

En 1948 en las Naciones Unidas tuvo lugar la proclamación de los

Derechos Humanos. Algunas poblaciones ni siquiera han oído hablar de ellos.

Otras no los conocen simplemente porque sus gobiernos son los primeros en

ignorarlos y hollarlos.1 Tarcisio Bertone, “Don Bosco e Brasilia,” p. 251.

¿Cómo podemos hablar del derecho a la vida, si las sociedades más

desarrolladas son las primeras en inmolar la vida inocente con leyes que

aprueban el aborto? ¿Cómo hablar de educación al respeto de los derechos

humanos, cuando hay masas de niños y adolescentes que no gozan ni siquiera

del derecho a la educación?

En Noviembre de 1989 se proclamaron en Nueva York los Derechos del Menor.

El 2º artículo afirma El derecho a no ser discriminados: “La totalidad de los

derechos deben ser aplicados a la totalidad de los niños sin excepción, y es

obligación del Estado aplicar las medidas necesarias para protegerlos de

cualquier discriminación.”2

¿Qué decir entonces de las minorías étnicas? ¿De los millones de “muchachos

de la calle”? ¿De los niños que mueren de hambre? ¿De los menores vendidos o

explotados sexualmente? ¿Dónde está el derecho al juego para demasiados

niños trabajadores?

Nos aseguran que la humanidad dispone de recursos suficientes para que

todos los habitantes del globo puedan vivir con dignidad. Pese a ello las

estadísticas confirman que la diferencia Norte/Sur aumenta cada año, y

mientras pocos nadan en la abundancia, una grande masa de indigentes logra a

duras penas sobrevivir.

Es conocido que los intereses económicos fijan las prioridades de la sociedad materialista y que la publicidad es la vara mágica usada por la insaciable avidez de las multinacionales.

Solo las sociedades agresivas y competitivas subsisten y el mismo estilo ha entrado también en las entidades y asociaciones educativas.

¿Qué hacer? La educación debe ser cada vez más una ventana abierta hacia la

realidad mundial y un motor de transformación de la humanidad.

Por esto en las aulas se debe escuchar la voz de quienes no tienen voz, percibir el hambre, la sed, la desnudez de los innumerables pueblos olvidados; hacer conocer los

esfuerzos de tanta gente comprometida en las grandes causas de la dignidad de

la mujer, de la paz, del respeto de la creación.

Por suerte, desde situaciones e instancias diversas (ONG, Voluntarios, etc.), se comienza a converger en la defensa de la vida, del ser humano y sus derechos, de los pueblos y sus

derechos, del planeta y sus derechos.

2 Derechos del Menor, art. 2.

Nuestras prioridades, por tanto, deben ir a la formación de personas

realmente libres, críticas, comprometidas socialmente, que hallan sus

motivaciones en el Evangelio. ¿La educación está perpetuando el viejo sistema

competitivo o abre caminos hacia la corresponsabilidad, la solidaridad, la justicia

social?

No estaría mal fijar algunos criterios si queremos hacer que la educación

represente un dispositivo eficaz de mejoría de la sociedad. Primero: una

mentalidad crítica como instrumento para analizar la realidad. Segundo: el

alternar que debe permitirnos establecer una relación óptima con los demás.

Tercero: el respeto de la Declaración de los Derechos Humanos que puede

constituir punto de referencia para todos los educadores. Cuarto: el compromiso

para que dichos criterios no sean únicamente declaraciones de buena voluntad.

Promover los derechos humanos es camino salesiano.

El Sistema Preventivo quiere colaborar con muchas otras agencias en la transformación de la sociedad, trabajando para el cambio de criterios y de visiones de la vida, para el desarrollo de la cultura del otro, de un estilo de vida sobrio, de una actitud constante de

participación gratuita y de compromiso por la justicia y la dignidad de toda persona humana.

La educación a los derechos humanos, en particular de los menores, es el camino privilegiado para realizar en los diversos contextos este compromiso de prevención, de desarrollo humano integral, de construcción de un mundo más ecuánime, más justo, más sano.