La Nueva Escuela Secundaria

La Nueva Escuela Secundaria exige inclusión social, educación de calidad para todos y jerarquización docente.
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La Nueva Escuela Secundaria exige inclusión social, educación de calidad para todos y jerarquización docente.

Por Marcelo E Albornoz

La Resolución número 84 del año 2009 emitida por el Consejo Federal de Educación referida a los lineamientos políticos y estratégicos de la Nueva Escuela Secundaria Obligatoria establece un marco normativo general, y por sobre todas las cosas un nuevo paradigma escolar que nos interpela como comunidad educativa y como sociedad. Actualmente, en la ciudad de Buenos Aires se está debatiendo fervorosamente su prediseño curricular adaptando la currícula a aquella. Por lo pronto, expresamos nuestro profundo rechazo a las posibles inestabilidades laborales que pueden llegar a sufrir muchos de nuestros colegas .Por otro lado, cuestionamos seriamente la disminución de la carga horaria que padecerían asignaturas del Área de las Ciencias Sociales y Humanidades, nos referimos específicamente a Historia, Geografía, Filosofía y Derecho. También, advertimos que la actual infraestructura escolar no contribuye ni favorece a las innovaciones curriculares y pedagógicas; por último, creemos que es el momento indicado para comenzar a implementar la figura de profesor por cargo (exclusivo o semiexclusivo) como otra forma de mejorar la calidad educativa. Sin dudas, compartimos la necesidad de transformación de la escuela media , ya que la misma constituye el eslabón más débil del sistema escolar y dado que se nos presenta el mandato social de garantizar su obligatoriedad .Los docentes con sus comunidades y organizaciones respectivas debemos encontrar y consensuar una currícula que contemple un razonable equilibrio entre la necesaria contención y la irrenunciable formación, pero para que se produzca aquello, también debemos revitalizar nuestro oficio de enseñar y aprender, pero posicionados desde estos nuevos contextos . En definitiva, la obligatoriedad ubica a nuestros jóvenes en el centro de la escena y nos genera hacia el interior de nuestras instituciones, auténticos y reales desafíos que seguramente promoverán el nacimiento de nuevas propuestas profesionales para que a partir de ellas, nos comprometamos aún más con sus trayectorias escolares. Sin lugar a dudas, esto requerirá entre otras cosas que cuestionemos críticamente desde nuestras prácticas docentes los estigmas sociales que muchas veces pesan sobre nuestros jóvenes. Estigmatizaciones que por lo menos son banales y reduccionistas en donde se responsabiliza a la juventud de problemas y conductas que tienen más que ver con los condicionantes sociales que con sus auténticas capacidades y posibilidades. Partiendo de esa premisa, es que nos preguntamos si: ¿la escuela y sus distintas propuestas, contemplan en gran medida los intereses de los estudiantes, independientemente del grupo, subgrupo y/o tribu a la que pertenezcan? Lo planteamos porque nos parece que todavía gran parte de nosotros sigue elaborando y planificando propuestas y actividades para un alumno “tipo”, con determinadas características familiares, socioeconómicas y culturales bastante “uniformes”. Ante ello, recordamos lo sostenido por Gimeno Sacristán en La diversidad como hecho y la igualdad como aspiración: “favorecer la igualdad entre los seres humanos en aras de una sociedad más justa y democrática, respetando al tiempo y estimulando a la vez los procesos de acrisolamiento idiosincrásico de la cultura en la radical individualidad de cada sujeto en el curso de su desarrollo”. En definitiva, contemplar las heterogeneidades, romper uniformidades y establecer ritmos de aprendizaje diferentes. Pero para llegar a ello, también es insoslayable que se Refuerce nuestra autoridad pedagógica con la oferta de nuevas propuestas de capacitación y con la mejora de la infraestructura escolar y el establecimiento definitivo y sustentable de una jerarquización profesional acorde a la función que se nos está demandando.

Buenos Aires, agosto del 2013

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